2014
Asier Jiménez Mazo.
Con los ojos brillantes de emoción al cerrarse el templete y diciendo que volvería a hacerlo, Asier fue feliz. Fue el primero de una gran lista de candidatos a suplente, y el flechazo fue inmediato. Esos grandes ojos azules llenos de ganas de volar como un Ángel lo decían todo.
Constante y disciplinado, aprendió veloz su papel que repetía encantado una y otra vez como si fuera el último ensayo. Casi se impacientaba pocas semanas antes del domingo de resurrección porque no veía el momento de ser el Ángel.
El 20 de abril llovió durante toda la noche y siguió haciéndolo por la mañana. Los nervios de los que rodeábamos al pequeño Asier eran mayores aun si cabe de lo que suelen ser ese día. La lluvia no favorece nada. Pero Asier parecía ajeno a las circunstancias, disfrutando de los juegos con otros Ángeles. No perdió la sonrisa ni cuando caminaba hacia la Plaza Nueva bajo un paraguas. Y esa sonrisa y energía positiva fueron las que, seguro, hicieron que las nubes pararan de llover durante la ceremonia.
Doble milagro consiguió el Ángel: que el cielo le respetara y anunciar la resurrección de Jesús con una elegancia y un aplomo asombrosos.
Enhorabuena Asier