2010
Pablo Sanz Reinaldo.
Sonriente e impaciente. En cualquier ocasión, Pablo hacía saber a todo el mundo que no veía el momento de ser el Ángel de Tudela. Además transmitía mucha ilusión con una amplia sonrisa cada vez que se colocaba las „alas de los ensayos“. Y esa sonrisa es la que permaneció en su cara el 4 de abril durante toda la ceremonia. El domingo de Resurrección amaneció frío y luminoso, sin nubes que activaran nervios y preocupaciones. Pablo se mostró tranquilo y estuvo jugando con otros ángeles, que le acompañaron en el desayuno hasta que llegó el momento de vestirse. Pero nunca perdió la chispa de la ilusión que tenía en la mirada. Voló tranquilo e hizo su papel de forma impecable, a pesar de las dificultades con las que se encontró. Un año más, pudimos disfrutar de un Ángel brillante. ¡Enhorabuena, Pablo!
Ángel y suplente 2010.
CAMINO A LA CASA DEL RELOJ.
Al estar la calle Gaztambide-Carrera en obras, el itinerario para llevar al Ángel a la Casa del Reloj hubo de cambiarse y discurrió por la Plaza de las Claras, Calle Pablo Sarasate, Calle Eza, Plaza de la Constitución, Pasadizo a los Porches y Plaza Nueva.
EN LA CASA DEL RELOJ.
PERCANCES.
En la ceremonia del Domingo de Resurrección pudimos ver dos hechos infrecuentes.
El primero consistió en un acercamiento del Ángel a la Virgen bastante violento, a la hora de quitarle el velo, lo que hizo que el niño chocase con la imagen. Afortunadamente el corsé le evitó el golpe al niño pero lo que no evitó fue el abollamiento de la corona. Hay que decir que Pablo, pese a la dificultad, salió muy airoso del trance.En segundo lugar, al volver el Ángel hacia el templete, el tramo de cuerda delgada que une la nube y el torno frente a la Casa del Reloj se descolgó un poco y con tan mala suerte que se enganchó en una de la estrellas de la corona de la Virgen. Al tirar para que la cuerda volviese a su sitio, desplazó de nuevo y dañó la corona con peligro de haber estropeado la imagen. Al llegar las andas a la Casa del Reloj, los portadores depositaron a la Virgen en el suelo y le recolocaron la corona lo mejor que pudieron.