Oscar fue un niño que se caracterizó por su gran capacidad de expresión. Deseaba enormemente representar al Ángel de Tudela y así lo transmitía a todos los que le rodeaban. Mostró tenacidad y perfeccionismo hasta que él mismo consideró que ya había aprendido su papel y se mostró seguro y satisfecho por ello. Y no se equivocó. Voló el 11 de abril de 2004 con una sencillez y naturalidad que sólo la dan la seguridad que tenía en sí mismo y la confianza de saber lo que había de hacer en todo momento. Esto le permitió solventar algún problema con la corona de la Virgen, que tuvo que terminar la procesión de vuelta a la iglesia de San Jorge sin la misma, y guardar una pinza del velo de la virgen para su madre en la bolsa de las “aleluyas”. La novedad de esta edición la protagonizaron los ángeles que rodean las andas sobre las que se coloca la virgen, recientemente restaurados.