Pablo Mata Sanz La prensa habló de él como "un ángel vocacional". Y no se equivocaban. Desde muy pequeño Pablo repetía que quería ser Ángel. Y con firmeza y decisión confirmó ese deseo antes de ser elegido como el Ángel del 2011. Esto hizo que se sintiera plenamente feliz, se divirtiera y disfrutara tanto como hizo disfrutar a los demás con su presencia celestial. El domingo 24 de abril Pablo iluminó el nuboso domingo de Resurrección sin dejar de sonreír desde el primer minuto del día. Transmitió a todos la misma paz que irradió a lo largo de los meses de ensayos. “Está en su estado natural, sin nervios", decía alguien al fondo de la sala mientras le ponían las alas. Y por si quedaba alguna duda, además, le quedaba tiempo para cantar, hablar de fútbol, o pensar en su suplente y que éste no perdiera detalle. Este aplomo y madurez le ayudó muchísimo a solventar las pequeñas dificultades que se le presentaron al acercarse a la Virgen. No le tembló la voz ni las manos a la hora de retirar el velo, y nada le desconcentró. ¡Bravo Pablo, un auténtico Ángel!