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Primer ángel del siglo y del segundo milenio. Aunque de pocas palabras, Luis no pasaba desapercibido para nadie. Fue un niño pícaro, muy travieso, y de inagotable energía, con una cara propia de una pintura renacentista. Primo de Ismael Miramón, Ángel del 92, para Luis ya era conocido el papel que había de representar, y lo aprendió rápidamente. Como era esperable, sus travesuras duraron hasta el minuto previo a ser vestido de Ángel. A partir de ese momento el pequeño se transformó. De repente Luis se mostró serio, tranquilo y muy concentrado en lo que estaba pasando, sorprendiendo a todos los que le conocían. Pero no perdió esa chispa en la mirada que le acompañó mientras anunciaba la resurrección de forma brillante.
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2000 2002
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