La maroma o cuerda se ha renovado varias veces. El año 1817 se hizo una nueva por haberse perdido la vieja con los trastornos de la guerra”. La Cofradía, para resarcirse de su coste, rifó una yegua el año 1818. En 1835, a petición de la Diputación Provincial, se llevó esta maroma para sacar del Ebro la barca de Castejón, que se había hundido. Finalmente, el año 1884, con donativo de los devotos, se adquirió la que ha servido hasta los últimos años, hecha por el cordelero de esta ciudad, Joaquín Lerma, costando 45 duros.

Respecto a la máquina para traer y llevar al Ángel, puede asegurarse que prácticamente se ha utilizado el mismo sistema. El torno lo prestaba Guendulain hasta el año 1807, en que la Cofradía compró uno propio.

EL ARTILUGIO

Lo que no se ve y que forma parte de la ceremonia del Ángel tiene como misión soportar y deslizar en la Plaza Nueva al “muete” para que pueda cumplir su cometido.

CASA DEL RELOJ

Consta de una base sobre la que se asienta un templete policromado de dos hojas de puerta, que se accionan cuando sale y entra el Ángel.En el interior tiene un armazón o castillete que contiene una bobina con la cuerda de deslizamiento y una polea con dos manubrios y una corona que hace que baje y suba.

Asimismo, entre el castillete y la fachada se monta otro armazón inclinado con un rodillo, que a su vez sirve para anclar y tensar la maroma o cuerda gruesa de unos 5 centímetro de diámetro y que soporta el peso del chaval.En dicha maroma se coloca una nube que lleva en su interior unas ruedas de madera que giran y guían sobre la misma; también lleva dos enganches para colgar al “Angelico” en el momento de la Ceremonia.

CASA DE ENFRENTE (antigua casa de Castro)

Se compone de otro castillete similar al de la Casa del Reloj.

Todos los componentes del citado artilugio son de madera, a excepción de los tornos, que son de hierro forjado a mano.
Como se puede entender, por ser un sistema rudimentario que yo no sé precisar de cuándo data, aunque mi padre me comentó que ya formaba parte de cuando se hacía en la Plaza Vieja, necesita de diez personas para que todo funcione correctamente.

Juan José Sánchez