María Álava lo denominó el “ángel de la bomba” y relató la actuación de Federico con las siguientes palabras: “se personó en el papel de una forma que sintió vivamente que era él el propio Arcángel San Gabriel,… Fue un verdadero héroe de la fiesta”. El primer año que lo realizó todo sucedió con normalidad pero el segundo está cargado de detalles memorables. Poco antes de vestir al pequeño, un aviso de bomba en una casa próxima a la de María, hizo que la policía cerrara el paso. Pero Federico dijo a la propia policía que él era el Ángel y que tenía que vestirse porque de lo contrario, no podría celebrarse la ceremonia. Tras una representación perfecta y ya en la catedral, por primera vez, Federico recibió la primera comunión vestido de ángel.